Chichén-Itzá y la princesa Sac-Nicté


Todos los que han vivido en el Mayab han oído el dulce nombre de la princesa Sac-Nicté, que quiere decir: Blanca Flor.

Ella era como la luna apacible y alta que a todo mira con tranquilo amor; como la luna que se baña en el agua quieta, en la que todos pueden beber su luz.

Ella era como la paloma torcaz, que, cuando canta, hace suspirar a todo el monte, y era como el rocío que cae sobre las hojas y las llena de frescura y claridad.

Ella era como el algodón de plata, que vuela por el viento y adorna el aire, y como el resplandor del sol, que hace nueva la vida.

Y era por eso la flor que florece en el mes de Moan, la alegría y el perfume del campo; el color para los ojos, la suavidad para las manos, la canción para los oídos, y para los corazones, el amor.

Así era en el Mayab la princesa Sac-Nicté, que nació en el día largo de las tres ciudades, en medio del tiempo de la gloria.

Está escrito en la oscuridad quién era; pero los que la vieron con sus ojos la llamaban así como se llama. Éste su nombre se respira al decirlo, como el olor de campo en el amanecer.

Dicen que la princesa Sac-Nicté nació en la noche clara en que el “lucero en que brilla la vida” se junta con el Sol.

Nació del rey Hunacel, el fuerte y hermoso en las batallas, y de la mujer bella que se llamaba Estrella de Color de Oro.

Y fue, en aquel tiempo de esplendor, la princesa de Mayapán, la fortaleza de los mayas. Y ella misma fue la bandera y la corona del Mayab, cuando las tres grandes ciudades habían hecho el pacto de estar siempre juntas.

Habían vivido sus dos primeras vidas Uxmal y Chichén-Itzá, y la valerosa Mayapán era nueva y orgullosa.

Los tres reyes se guardaban amistad, y de uno a otro lado se iba y se venía por el Mayab sin encontrar ejércitos, porque la paz era el fruto de la alianza, desde muchas cuentas de años. Todo tiene fin.

Chichén-Itzá, ciudad de ciudades; Chichén-Itzá, dueña de las cosas más bellas; Chichén-Itzá, altar de la sabiduría… ¿qué se hizo de ti?

La serpiente dorada dejó de volar y se arrancó las alas resplandecientes, y se hizo oscura y se arrastró por el suelo, pero siempre era bella, aunque era triste.

Así, los hijos de la luz que llena el aire cayeron en la tierra, y los reyes de Chichén cambiaron de nombre y se empezaron a llamar Canek, que quiere decir “serpiente negra”.

El último príncipe Canek era el gran señor de Chichén-Itzá, cuando acabó la segunda vez. Vamos a decirlo y a cantar el amor desdichado de la Serpiente Negra por la Flor Blanca del Mayab.

Vamos a decirlo cantando para adornar la tristeza y para que el corazón la reciba con música. Oíd y aprended, porque de todas las naciones se puede aprender algo.


El príncipe Canek, cuando sólo tenía siete años, mató a una mariposa y la deshizo entre sus dedos, que se llenaron de colores resplandecientes. La noche del día en que hizo esto soñó que se convertía en gusano.

Cuando este príncipe tenía dos veces siete años, halló un venado pequeño caído en una trampa de cazador. Con su cuchillo abrió las entrañas del pobre animal, que gritaba llamando a su madre, y le arrancó el corazón que fue a ofrecerlo a uno de los dioses negros que ayudan a los brujos. Sus manos se llenaron de sangre. La noche en que hizo esto soñó que era un tigre sediento, y al despertar no lo olvidó.

Cuando este príncipe tuvo tres veces siete años, fue levantado a rey de los itzaes, y en ese mismo día vio a la princesa Sac-Nicté.

La noche de ese día no soñó nada porque no durmió, sino lloró hasta el amanecer, con el primer llanto de sus ojos. Y se sintió triste para toda su vida.

La princesa Sac-Nicté, cuando tenía cinco años, dio de beber a un caminante una jícara de agua fresca. Y mientras se la daba, mirose en ella, y el agua reflejó su mirar y su rostro. En el agua de la jícara brotó una flor.

Cuando la princesa Sac-Nicté tuvo dos veces cinco años, iba por el maizal y vino una paloma y se posó en su hombro. Ella le dio granos de maíz en la palma de la mano, la besó en el pico y a soltó a volar por el aire.

Cuando ella tuvo tres veces cinco años, vio al príncipe Canek, que se sentaba entonces en el señorío de los itzaes.

Y ardió su corazón con la llama del sol nuevo. Toda la noche de ese día durmió con una sonrisa en la boca y despertó como si en su cuerpo y en su alma se hubiera encendido una luz alegre.

Ella sabía que su tiempo era llegado. Para la flor escondida vienen los soles de Moan, que la abren y le dan el precioso color, y viene el viento claro del amanecer, que mueve los perfumes. Así la princesa Sac-Nicté floreció sobre la tierra del Mayab, cuando fue el día en que su destino tomó forma.

La gran piedra antigua que fue escrita en la oscuridad dice cómo sucedió. Y se canta así ahora, con voz que tiembla.

A la soberana ciudad de Itzmal fue el príncipe Canek para purificarse ante el rostro del señor Zamná, según la costumbre, porque iba a reinar en Chichén sobre los itzaes.

El príncipe tenía torcido el ánimo y flojo el corazón. Así subió las veintiséis escaleras del templo y palideció ante la cara del padre de sus hermanos. Sus piernas de cazador temblaban cuando bajó, y sus brazos de guerrero estaban caídos.

La Serpiente Negra vio entonces a la princesa Blanca Flor, y se retorció su vida. Allí fue, donde la gran plaza de Itzmal estaba llena de gente que había llegado de fiesta de los cuatro rumbos del Mayab, para ver al príncipe. Todos los que estaban cerca vieron lo que pasó. Vieron la sonrisa de la princesa y su mirada llena de resplandor. Vieron al príncipe cerrar los ojos y apretarse el pecho con las manos frías.

Pero no vieron la flecha que vino de arriba y se clavó en los dos al mismo tiempo, y los dejó unidos el uno con el otro, para cumplir la voluntad de los dioses altos. Esa voluntad no la habían comprendido los hombres.

Porque habéis de saber que la princesa de Mayapán estaba dada por designio de su padre, el rey poderoso que se llamaba Hunacel, al joven Ulil, príncipe de Uxmal, que era hijo de los itzaes y heredero de la alianza de las tres ciudades.

En Itzmal estaban los tres grandes señores el día de la purificación, y allí se vieron y se inclinaron unos ante otros. La princesa Sac-Nicté brilló sobre ellos como la luna clara. Y escogió la vida del príncipe Serpiente Negra para levantarla a su luz y a su dulzura.

Gran día fue para la tierra del Mayab.

Príncipe Canek, príncipe Canek, ¿qué sabías tú cuando la miraste..?

¡Grande señorío del Itzá: toda tu grandeza estaba triste y el brillo de tu antigua luz se apagaba, y tu Serpiente Negra se arrastraba en lo oscuro, cuando apareció frente a ti la princesa Sac-Nicté, y fue como si alumbrara una estrella en el corazón de tu príncipe! ¡Chichén-Itzá, casa blanca del Santo Sol: estabas lóbrega cuando ella vino a consumar tu suerte! ¡Pero no lo sabías!

¡Hombres de Itzá, hijos de la Luz Antigua: cuando estabais caídos y sobre vosotros se preparaba el rayo del castigo, se os dio la salvación! El Señor Escondido, que amaba a los hijos de los hombres santos, mandó a la Flor Blanca del Mayab que viniese a ellos para alumbrarlos, cuando llegó el día. Día fuerte fue ese, en el que lo de Arriba y lo de Abajo se juntaron para abrir un camino nuevo sobre la tierra del Mayab.

Hoy es el día en que el príncipe Canek se coronó sobre Chichén-Itzá y se comienzan a contar los treinta y siete días que faltan para que sean casados el príncipe Ulil y la princesa Sac-Nicté.


Han venido los mensajeros de Mayapán ante el rey de Chichén, y le han dicho en embajada: “Nuestro señor Hunacel convida a su amigo y aliado para la fiesta de bodas de su hija, que serán la gloria del Mayab”.

Y ha respondido el rey Canek, con los ojos encendidos:

“Decid a vuestro señor que estaré presente”.

Han venido los mensajeros de Uxmal ante el rey Canek y le han dicho: “Nuestro señor Ulil, príncipe de Uxmal, pide a la grandeza del rey de los itzaes que vaya a sentarse a la comida de sus bodas con la princesa Sac-Nicté, y sea allí su amigo y aliado, en su casa y en su poder”.

Y el rey Canek ha respondido, con la frente llena de sudor y las manos apretadas:

“Decid a vuestro señor que me verá ese día”.

Otra embajada vino, a la mitad de la noche, cuando el rey de los itzaes estaba solo y dolorido, y miraba las estrellas en el agua para preguntarles.

Vino un enanillo viejecillo y dijo al oído del rey:
“La Flor Blanca está esperándote prendida entre las hojas frescas; ¿has de dejar que otro la arranque para él?”.
Y se fue el viejecillo por el aire o por debajo de la tierra. Nadie lo vio sino el rey, y nadie lo supo.

En las piedras esculpidas en donde se escribía el tiempo, fue grabada y pintada de colores la figura de la princesa Sac-Nicté, la que no se olvida nunca en la tierra de los mayas.

A su lado pusieron el rostro del príncipe Ulil, que iba a ser su esposo, y abajo escribieron los antiguos palabras bonitas que querían decir: “De éstos vendrá la grandeza del Mayab, y en ellos se asentará la paz y la abundancia de la tierra”.

En la grande Uxmal pusieron estas piedras y las coronaron de flores.

De Mayapán fue la princesa con todos los señores de la sangre de Cocom y con su padre el rey Hunacel y una procesión brillante que recorrió el camino, llenándolo de cantos.

Hasta más allá de la puerta de Uxmal fue con muchos nobles y guerreros el príncipe Ulil a recibir a la que era su prometida, y cuando la vio, la vio llorando.

Todos los demás estaban alegres y danzaban por las calles y las plazas, porque ninguno sabía lo que iba a suceder.

Las plumas del faisán y las cintas alegres resplandecían entre las armas. Todo el camino, hasta el palacio de los reyes, estaba adornado con plantas y con mástiles pintados de colores brillantes.

En Uxmal se hacía la fiesta del desposorio, y todos bebían y gritaban de contento cuando pasaron los príncipes que se iban a casar. Porque nadie sabía lo que iba a suceder.

Los sacerdotes viejos, que podían saberlo, estaban encerrados en sus celdas altas de los templos, para no hablar delante de los hombres. No se podía torcer la voluntad de Arriba, que ya había mandado que sucediera en el Mayab otra cosa de la que esperaban las gentes.

¡Pronto se vio, pronto se vio lo que estaba escrito en lo obscuro, y otro camino tomaron las cosas para todos!

Tres días de fiesta grande se dieron a los señores en Uxmal, que resonaba de alegría. Era ya el día tercero y la Luna era grande y redonda como el Sol. Era el día bueno para la boda de un príncipe, según la regla del cielo.

De todos los reinos de cerca y de lejos habían venido a Uxmal convidados de gran alcurnia: reyes, y también hijos de reyes.

Vinieron del imperio de Xibilbá, y trajeron tapires sagrados cargados de ofrendas y adornados con joyas.

Vinieron de Chacnohuothán, en nombre del rey de Tulhá, catorce embajadores que trajeron nueve venados blancos con los cuernos y las pezuñas de oro.

Vinieron de Copán siete grandes señores en andas de concha de tortuga y trajeron bandejas de plumas de quetzal radiante.

Vinieron de Nachancaán un príncipe y tres sacerdotes, que trajeron un libro de los horóscopos, hechos por la sabiduría de sus sabios, y muchos collares de esmeraldas.

Vinieron de Yaaxchilam veinte guerreros jóvenes con embajada de sus reyes, y trajeron aceite de olor y arracadas de oro.

Vinieron de Zacquí, la ciudad blanca y dulce, y trajeron pájaros enseñados a cantar como música del cielo.

Y de todas partes llegaron embajadores, presentes y mensajes, de todos los señores de la tierra. Menos de Chichén-Itzá y del rey Canek, principal entre los principales.

Se le esperó hasta el tercer día, pero no vino ni mandó noticia suya. Pareció extraño, y trajo inquietud al corazón de los grandes, pero no al de la princesa. Porque ellos no sabían. Y ella sabía y esperaba.

En la noche del día tercero de las fiestas se puso el altar del desposorio, y no había llegado el señor de los itzaes, ni hombre suyo venía por el camino. No esperaron los que no sabían.

¡Princesa Sac-Nicté, flor blanca del Mayab, luz de la luna, paloma torcaz, agua transparente, hija del lucero de la tarde: estás viendo llegar la hora de tu destino!

Estás vestida de los colores puros y adornada de flores, y vas a ser dada a un hombre delante del altar. Pero otro es el camino que han abierto para cumplir la voluntad de Arriba.

Lo que no pasa en mil años puede pasar en un instante. Todo es que suspire en el viento un dios, y el rumbo del viento cambia. Tú lo sabes y esperas, princesa Sac-Nicté, que has puesto tu corazón en un hombre triste.

Príncipe Canek, ¿qué buscas desesperado en la sombra? Fuiste al secreto del templo y preguntaste al dios y no mereciste que te respondiera. Sientes que tu amor está en lo que es demasiado alto, porque la princesa Sac-Nicté es para ti como una estrella lejana, aunque tú eres un príncipe y aquí Abajo estás igual a ella.

Príncipe Canek, ¿quieres alcanzar para ti el lucero de la mañana, quieres arrancar para ti la flor blanca del Mayab?

¿Qué dirías, príncipe de los itzaes, si supieras que lo que está escrito en la oscuridad? La Serpiente Negra será salvada, porque la mujer purísima en cuyos ojos miran los dioses ha querido mirarla con dulzura.

El pueblo que es hijo de los hombres que fueron santos, será libre del castigo y cambiará su rumbo. Está encendida la luz que ha de conducir a los itzaes por el camino nuevo y por la nueva peregrinación.

¿Qué dirías, príncipe Canek, si lo supieras?

En la fiesta de las bodas de la princesa Sac-Nicté con el príncipe Ulil se esperó tres días al señor de Chichén-Itzá, sin que llegara.

Pero el príncipe Canek llegó a la hora en que era preciso.

Salió, de pronto, en medio de Uxmal, con sesenta de sus guerreros principales, y subió al altar en donde ardía el incienso de la boda y los sacerdotes estaban cantando. Estaba vestido de guerra y con el signo de Itzá sobre su pecho.

—¡Itzalán! ¡Itzalán! —gritaron sus hombres en las gradas del templo, levantando sus lanzas.

—¡Itzalán! ¡Itzalán! —gritaron como en el campo de combate.

No lo gritaron tres veces; ni un solo brazo se había levantado contra ellos, cuando ya se había cumplido todo.

El príncipe Canek entró, como un viento encendido, y alzó a la princesa Sac-Nicté y la arrebató en sus brazos delante de todos. Nadie pudo impedirlo.

Cuando quisieron verlo, ya no estaba allí. Quedó solo el príncipe Ulil frente a los sacerdotes y junto al altar. La princesa se perdió a sus ojos, arrebatada por el rey, que vino como un relámpago.

¡Allá van los guerreros del Itzá con su señor, que se lleva abrazada a la princesa Sac-Nicté!

Todos se van y desaparecen, acabándose así, la fiesta de las bodas.

Las calles y las plazas están llenas de gente, que canta embriagada de balché y no sabe lo que ocurre.

Los guardias del príncipe Ulil perdieron sus armas y no las encuentran. ¿Quién está armado en Uxmal en día de gran fiesta?
—¡Itzalán! ¡Itzalán! —gritaron los del príncipe Canek cuando él robó a la princesa frente al altar de las bodas, adornada con flores y con los zarcillos de las desposadas.
Cuando suenan los caracoles y los címbalos y la rabia del príncipe Ulil grita por las calles, para convocar a los hombres de guerra, ya nadie ve al señor de los itzaes, ni queda huella de él, ni de la princesa, ni de ninguno de los suyos.

¡Príncipe Canek, arrebataste la estrella y arrancaste la flor! ¡Cuando iba a lucir la mañana del desposorio apagaste el fuego virgen y te llevaste la luz de los mayas! Así estaba dicho en la voz que se escucha, y así se cumplió.

Había ido el príncipe Canek desde su ciudad de Chichén hasta el grande Uxmal, sin que nadie lo viera. Fue por el camino oculto que hay por debajo del suelo, de un templo a otro templo, de un lugar a otro lugar, en esta tierra santa de los mayas.

Estos caminos se ven ahora de vez en cuando. Antes sólo los conocían aquellos que los debían conocer. Por el camino ancho y fresco que va desde Chichén de los itzaes hasta Uxmal, horadado en la piedra de abajo del suelo, fue el príncipe Canek a buscar a la princesa que tenía que ser suya por mandato de los dioses.

Así vio el rostro del príncipe Ulil el tiempo que dura un parpadeo, y robó la tórtola dulcísima, cuando ya la iban a poner en el nido que no le estaba destinado.

No cayó ni una gota de sangre; pero la fiesta de estas bodas acabó tristemente para el príncipe Ulil y para el rey de Mayapán, Hunacel, el muy grande. Porque ninguno de ellos conocía la voluntad de Arriba. ¡Así debía ser!

¡Ah, la venganza que va a caer sobre Chichén, que está débil y cansada del suave dormir, de los juegos alegres y de los besos ardientes! Hay una hora para los itzaes y ya llegó. Ya se llenó la medida de un tiempo.

Se aguzan las armas otra vez en el Mayab y se levantan los estandartes de guerra. ¡Se juntan Uxmal y Mayapán contra el Itzá!

En los caminos hay polvo de pisadas y en los aires hay gritos y sobre la casa de los guerreros suena día y noche el címbalo ronco y truena el caracol.

¿Qué va a ser de ti, ciudad de Chichén, dormida en el sueño de tu príncipe?

Castigada has de ser; pero tienes la Flor Blanca, que es la luz y gloria del Mayab, y tu castigo será tu salvación.

He aquí cómo los itzaes dejaron sus casas y sus templos de Chichén, la segunda vez en su tiempo, y abandonaron la ciudad bella de sus padres, que está recostada a la orilla del agua azul, y huele como la miel de flores bajo el sol que enciende la vida.

Todos se fueron llorando, una noche, con la luz de los luceros. Todos se fueron en fila, con las estatuas de los dioses y los libros de los templos. No quedó en Chichén más que el silencio que tiembla.

La princesa Blanca Flor llenó de fuerza el corazón del príncipe Serpiente Negra y abrió sus ojos para ver el camino. Delante de los hijos del Itzá iba el príncipe Canek, caminando por el sendero abierto en medio del monte, envuelto en un manto blanco, sin corona de plumas en la frente.

A su lado iba la princesa Sac-Nicté, que resplandecía como la Luna. Ella levantaba su mano y señalaba el camino, y todos iban detrás. Un día llegaron al lugar tranquilo y verde, junto a la laguna quieta, en donde está el sagrado Petén, lejos de todas las ciudades. Y allí pusieron el asiento del reinado y edificaron las casas sencillas de la paz.

Volvieron a los tiempos antiguos y la Serpiente Negra sintió renacer sus alas y se levantó otra vez por el aire.

Para el Itzá brilló sobre el cielo la luz de siete colores, que es la princesa Sac-Nicté, que está sonriendo a los hombres de la tierra.

Ella reinó sobre los corazones y los hizo puros y blancos. Así, hasta que poco a poco se acabó el Itzá, al fin del tiempo marcado, como la flor del Sol, que lo sigue todo el día y se muere cuando el día se apaga…

Se salvaron los itzaes, por el amor a la princesa Blanca Flor, que entró en el corazón del último príncipe de Chichén para apartar el castigo.

Solitaria y callada quedó Chichén-Itzá, en medio del bosque sin pájaros, porque todos volaron tras la princesa Sac-Nicté.

Llegaron a ella, numerosos y enfurecidos como avispas, los ejércitos de Uxmal y de Mayapán y no encontraron ni el eco de un suspiro en los palacios vacíos y en los templos sin dioses.

Entonces, su ira puso el fuego del incendio sobre las casas de los itzaes, y marcaron con el filo de sus hachas las puertas abiertas, y derribaron los altares. Y se volvieron de allí para que la vida del Mayab siguiera como debía seguir.

Chichén-Itzá quedó sola y muerta, como está hoy, abandonada desde ese tiempo antiguo, junto al agua azul del gran pozo de la vida y junto al agua roja del gran pozo de la muerte, como fue fundada. Uno está a un lado y otro está al otro lado de la gran ciudad, en la que ya nadie habla, sino la voz escondida que nadie escucha. ¡Algún día se escuchará!

En el mes de Moan, cuando la vida se renueva sobre el mundo, brota la flor blanca en el Mayab y adorna de color los árboles y llena el aire de suspiros olorosos.
El hijo del Mayab la espera siempre y dice, con toda la ternura de su corazón, el nombre dulcísimo de la princesa Sac-Nicté. (La tierra del faisán y del venado, Antonio Mediz Bolio [1884-1957] ).
Fuente: José Rogelio Álvarez, Leyendas Mexicanas, Ed. Everest, México, 2005, pp. 981-991.

Si deseas conocer más acerca de la palabra NIKTÉ, visita las siguientes entradas de este blog: La  leyenda de Nikté-Ha, la flor acuáticaSignificado de la palabra NIKTÉ y Dictamen sobre la palabra NIKTÉ.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola mi hija se llama Nicté y a la mayoría de sus amigos se les dificulta pronunciarlo. Leí la leyenda ya que la había bautizado con ese nombre, somos de Guatemala y siempre me ha gustado. Ojalá a ella le llegue un príncipe como Canek para que se complete la bella historia.
Rolando Tamayo ha dicho que…
Muchas gracias por sus comentarios, espero que le agraden las leyendas sobre Nikté que hemos puesto en este blog, como una manera de preservar la magnífica Cultura Maya.

Y viva Guatemala, el hermoso país hermano, a quien he tenido el privilegio de visitar en dos ocasiones. ¡Muchos saludos a todos los guatemaltecos!
Anónimo ha dicho que…
Hola Tamayo, felicidades esta muy bien documentado tu blog. Me gustaría leer más información acerca de qué pasó con los animadores de Animex, supe que los corrieron, no les pagaron y que ahorita registraron su película de Juan escopeta a los premios Ariel, la academia debería de saber estas cosas, no se vale que no reconozcan el aporte de los animadores, y si el de la casa productora....
Rolando Tamayo ha dicho que…
Muchas gracias por tus comentarios, disculpa la tardanza en contestar.
Por el momento desconozco cuál es la situación real de los animadores que colaboraron en Animex, espero que hayan resuelto ese problema en buenos términos.
Si quieres abundar con respecto al asunto que comentas, por favor contáctame directamente en mi mail: kinkarakoe@gmail.com
Saludos!
Anónimo ha dicho que…
Hola Tamayo, como sugerencia deberías de hacer una serie de entrevistas a ex empleados de Animex, para saber acerca de como es que operaba esa empresa, los millones de pesos que entraban, los viajes, coches. ese sería un buen reportaje, que a todos nos interesaría leer.
Rolando Tamayo ha dicho que…
Muchas gracias por tu sugerencia, pero no tengo contacto con ninguno de los ex empleados de Animex; la única comunicación que he recibido de ellos son los comentarios y quejas que han puesto en este blog o en mi correo.
Cualquier información que sea de tu pleno conocimiento y consideres importante revelar, por favor contáctame en mi mail; esta información se manejará con absoluta confidencialidad.

Entradas populares